jueves, 11 de noviembre de 2010

Café en La Cibeles



"Madrid, Madrid, Madrid...
en México se piensa tanto en ti"

Caray, qué cosas oye. Nunca se me había ocurrido escribir un artículo sobre Madrid, ese "pedazo de España" en la que yo no nací –soy madridista, mas no madrileño.- Y menos, estando a más de once horas de vuelo del Internacional de Barajas. Pero en fin, supongo que es lo que tiene esto de vivir en Ciudad de México: que hay días de esos que te levantas con el recuerdo del "sabor de las verbenas y de tantas cosas buenas", que diría el chotis del Flaco de Oro y Lolita Flores, que a veces no sabes muy bien si vas esquivando a ejecutivos con sus maletines y olor a perfume caro por el paseo capitalino de Reforma, o si vas caminando con los auriculares pegados a las orejas por la Gran Vía madrileña.

Les cuento.

En este momento en el que les escribo, estoy en los límites de la Zona Rosa y la Colonia Roma, sentado en la terracita de la cafetería 'El Jolgorio'. En una silla de mimbre y una mesita de plástico -que jura es madera de la buena-, con el diario a medio leer abierto por la sección nacional, un expreso cortado, un camarero impertinente, y una música francamente molesta de guitarra eléctrica y voz rasgada de ultratumba que desentona a más no poder con los pajarillos cantando, la fuentecita echando agua limpia a borbotones, y la pareja de viejecitos tomados de la mano que tira migas de pan a las palomas.

Para más señas diré que es la hora del café y el cuernito con filadelfia. Sin embargo, la terracita donde una placa y un ramo de flores recuerda "al muy preclaro y amado Carlos Monsiváis" aún está vacía. O bueno, casi vacía. Porque estoy yo, escribiendo pensamientos en mi nueva libreta de color rojo y sin cuadrículas, y unas mesas más allá hay otro señor. El cual, según mis apuntes manuscritos, debe haber superado tranquilamente la barrera de los cincuenta; usa lentes sofisticadas de montura transparente; no lleva anillo de casado; corta su pelo gris con disciplina marcial -rapado de abajo y más largo de arriba-; y viste saco azul marino, camisa blanca, corbata de cuadritos, y unos pantalones grises de dudoso gusto. Además, ya que le interesa el chisme, añadiré que en este mismo instante el tipo está hojeando la sección deportiva del diario Reforma. Pasa las páginas con desgana y de vez en cuando se ajusta las gafas para echarle un vistazo con descaro a las piernas de una señora que lleva un buen rato paseándose por la zona con su perro finísimo 'de marca' debajo del sobaco. Ahora sonríe con picardía y vuelve en silencio a su lectura rápida de fotos a seis columnas, mientras a su alrededor comienzan a caer las primeras hojas del otoño que recién llegó.

Lentamente, la mañana va pasando. Y el puto autobús rojo con el Ángel de la Independencia serigrafiado sobre un fondo rojo con una veintena de chinitos a cuestas no se larga. Trueno la boca. Mmmta madre. El ruido del motor requemando carburante por un tubo no me deja concentrarme en lo que estoy leyendo –un artículo sobre las presuntas conversaciones telefónicas entre un diputado y un capo de la droga-. Y la música heavy que el mesero se ha empeñado que me trague de buena mañana con papas y su correspondiente guarnición, tampoco.

Pero la propaganda psicológica de mis miradas pronto dan su merecida recompensa: del rock metal de los Ángeles del Infierno hemos pasado a Compay Segundo y su 'chan, chan' -chico ya tu sabes-. Bueno, me digo. No es Agustín Lara, pero algo es algo. Sonrío aliviado intentando completar mi lectura, cuando en esas los astros terminan de alinearse y el chofer del autobús toma la decisión de meter la primera velocidad con suavidad. Luego, va soltando el embrague despacito, sube las revoluciones del motor, acelera –brum, brum-, y el Ángel de la Independencia dice adiós muy buenas y empieza a moverse del lugar dejando tras de sí otra imagen caída del mismo cielo: la Cibeles. Diosa de Madrid.

Y efectivamente, allí estaba –áiba la ostia, exclamé-. En la defeña 'Plaza Villa de Madrid'. Majestuosa e imperturbable. Viendo pasar el tiempo, como la Puerta de Alcalá. Solo que ésta, con su carrito y sus fieros leones rugiendo y todo, se encuentra a más de diez mil kilómetros de distancia de Recoletos. Portugal y vasto océano de por medio incluidos.

Pues qué cosas, ¿no? –pensé en voz alta-. Ahora va a ser que México y España, con resquemores 'gachupinescos' de nuevo y viejo Mundo, y rollos del Bicentenario aparte, se parecen más de lo que había imaginado. Y entonces juro que, justo cuando empezaba a escribir en el cuaderno rojo sin cuadrículas las similitudes que, a mi juicio, hay entre ambas ciudades 'capitalinas' –el parque del Retiro y el bosque de Chapultepec; la Gran Vía y Reforma; la Cibeles de aquí y la Cibeles de allá…-, el tipo del que les hablaba que estaba a unas mesas de distancia de la mía, volvió a alzar la mirada, sonrió de medio lado, cerró el periódico, se ajustó los lentes, carraspeó la garganta, y , quedándose el tío más ancho que largo, le soltó a la señora del perro un piropo retrechero, "más castizo que la calle de Alcalá". Joder.

Fotos: ManuVPC

Pd: Os dejo con el chotis 'Madrid, Madrid, Madrid', uno de los himnos más populares de España a cargo del grandísimo compositor veracruzano Agustín Lara 'El flaco de oro' y de la no menos grande Lola Flores. El tema, compuesto por Lara, formó parte de la película 'La Faraona', la cual precisamente le dio ese sobrenombre a la ya fallecida folclórica Lola Flores. Por cierto, me hizo gracia -y al mismo tiempo me hizo reflexionar- un comentario que leí en Youtube a raíz de este video. Lo hizo además un catalán que vive en la Ciudad de México: "¿por qué chingaos ya nadie hace música así? Ahora todos queremos ser emos, canis o barbis". Y sí, es cierto. Ahora no hay más que poner la MTV cinco minutos para ver cuánto gilipuertas cantamañanas hay por ahí suelto cobrando millonadas ¿cantando? cuatro chorradas.
En fin, disfruten el video. Porque como dice 'La Faraona', "es canela fina".

5 comentarios:

victoria,victoriae dijo...

Genial...sencillamente genial...

La Maquinista Yey★ dijo...

:O sin palabritas... morí

Manu Ureste dijo...

Gracias!!! (luego os paso lo que acordamos... ;-)

Carmen dijo...

Me ha encantado, y me ha recordado que hace poquito yo también ví otra fuente de Cibeles lejos de Madrid,en un pueblo palentino REvilla de Pomar con una población de un puñado de vecinos y doscientas vacas, pero allí estaba "la fuente de la cibeles".... ;)

Manu Ureste dijo...

Hola Carmen!!!
muchas gracias por tu comentario. Pues sí, ya ves. En el lugar menos esperado, a veces te encuentras gratas sorpresas. Y bueno, tampoco es que sea un fanático de La Cibeles (aunque me trae buenos recuerdos por eso de mi afición al Real Madrid), pero siempre da gusto encontrarse con este tipo de monumentos que, al menos en mi caso, te hacen sentir un poco menos lejos de casa.

Te mando un saludo.

Ah!, veo que eres compañera de 'Nómadas'; así que pasaré a echarle un vistazo a tus galerías.

Manu