lunes, 29 de marzo de 2010

DRÁCULA MERECÍA OTRO FINAL

Manuel Ureste
Pues sí. Drácula merecía otro final. Lo digo porque después de chutarme las más de 400 páginas de la novela, como que me quedé un poco incompleto. Insatisfecho. Con una ligera sensación de ni fú ni fá y con la impresión de que el bueno de Bram Stoker, en realidad, ya estaba hasta la madre del dichoso Conde y de sus juergas nocturnas por los antros más Emos de London city.
El argumento ya se lo saben de sobra. El Conde Drácula es el protagonista de esta obra de finales del siglo XIX inspirada en la vida y milagro de Vlad Tepes, más conocido por sus carnales como 'El Empalador' -ahí es nada mi primo-. La acción comienza a bordo de un carruaje en cuyo interior viaja el abogado inglés Jonathan Harker, el cual se dirige a la tenebrosa Transilvania para concluir una compra que el Conde había realizado con anterioridad en Londres. A su llegada al castillo todo es cordialidad y buen rollito. Ya saben, que si una copita de Magno por aquí, que si un whisky a palo seco por allá. En fin, todo bien chido... hasta que el bueno de Harker empieza a olerse que, en efecto, algo apestaba a muerto en aquel castillo. O mejor dicho: a 'nomuerto'. Motivo por el que, tras ver a Drácula escalando paredes a cuatro patas como una lagartija besucona, y comprobar que aquel ser no se reflejaba en los espejos, pasaba semanas enteras sin probar un taco -claro, por la madrugada se daba sus buenos festines sanguinolentos-, y que el tipo era más raro que un perro verde, decide poner tierra de por medio y decir aquello de pies para qué os quiero. Sin embargo, salir de aquel tenebroso lugar y rodeado de bosques misteriosos y lobos a la merced del 'Príncipe de las Tinieblas' no sería tarea fácil a pesar de las sopas de ajo instantáneas y de los crucifijos de madera.
La novela está contada a través de varios narradores quienes usando sus diarios irán desarrollando la historia desde diferentes puntos de vista. Mina Harker, el afamado doctor Van Helsing -qué diferente del que nos presentan en la película de Hollywood con Hugh 'Wolverine' Jackman- a la cabeza-, y Lucy Westenra forman parte, junto al abogado Jonathan Harker y el propio Drácula, del elenco principal de la obra.
Pero como les decía. No me gustó el final. Y eso que antes de abrir la primera página, obvio, ya sabía que todo acabaría con una estaca clavada en el frío y duro corazón del Conde y con su boca llena de ajos, para, posteriormente, ser cercenada con un corte limpio y sin contemplación por el doctor Van Helsing. Ras-ras y al suelo. Sin embargo, quizá por culpa del cine o del video juego Castlevania -cuántas monedas de 5 duros me habré gastado en esa maquinita-, devoraba las páginas esperando el gran momento. Ya saben, la gran lucha final. Ese esperado combate entre el bien y el mal. La batalla entre el amor de Jonathan Harker, ayudado por la sabiduría del doctor holandés y sus compadres, y el Conde Drácula. El Gran Vampiro de la noche. El Señor de la Oscuridad. El Príncipe de las Tinieblas. El Nomuerto.
Pero no. Niet de niet. Los capítulos pasaban, el final de la obra se acercaba... y nada. La gran pelea final de los videojuegos nunca llegó.
En apenas una página, después de recorrer mares y ríos, y después de dejar atrás países y miles de pueblecitos de la Mancha antigua en busca del mentado Conde, Jonathan Harker -con su esposa Mina más pállá que pacá tras su 'bautismo de sangre' de noches atrás- consigue darle caza justo en la entrada de la puerta de su diabólica morada. Con el sol asomando amenazante y ya casi sin chance para que el gran mito de la oscuridad pudiera salir de aquella y (no)vivir para contarlo. Y así fue como, sin pena ni gloria, y en su mismo féretro sin poder decir ni siquiera oigan cabrones espérenme tantito que me adecente estos pelos, Drácula es trinchado como una anchoa en una aceituna con una estaca del quince. Llegando su (no)vida de lujuria y juergas nocturnas a su fin. (Supuestamente) para el resto de la eternidad.

Ficha técnica:
Nombre: Drácula
Autor: Bram Stoker (Irlanda)
Año de publicación: 1897
Idioma: Inglés y posteriormente traducida a mil idiomas
Género: Terror, gótico, fantástico
Precio: la puedes encontrar desde 60 pesos hasta 300, 500... en adelante

Algunas curiosidades
El término Drácula deriva del rumano dráculea, que significa «hijo de Drácul», nombre con el que se conocía a su padre, quien integraba la Orden del Dragón, fundada por el rey Segismundo I de Luxemburgo, y cuyo atuendo era una capa negra, luego popularizada en las películas. A su vez, el término rumano drácul significa diablo, pero en sentido que aquí traduciríamos por «fenómeno» o «experto» en algo. En la Rumania moderna, el castillo de Bran (ver fotografía de arriba) y la región en la que vivió este personaje son hoy en día un importante destino turístico.

Transilvania significa 'más allá del bosque'.

Mucha gente piensa que Stoker basó su personaje en una figura histórica: Vlad Tepes, conocido como Vlad el Empalador, y en leyendas de vampiros que circulaban en Europa oriental. Tepes vivió en el siglo XV y fue príncipe de Valaquia, (que junto con Moldavia y Transilvania constituyó el reino de Rumanía).

Fuente: Wikipedia

¿El regreso del vampiro?
Recientemente se ha publicado la obra 'Drácula, el no muerto' (dicen que este era el nombre original que tenía pensado Stoker para su novela, aunque finalmente se quedó solo en 'Drácula'), escrita por Dacre Stoker, sobrino biznieto del autor original, e Ian Holt, un fanático de la obra original y miembro de la sociedad transilvana de Drácula. Según he podido leer por ahí, esta novela, que es la secuela oficial, no ha obtenido muy buenas críticas. Aunque como aún no la he leído, me reservo la opinión hasta entonces. Aunque, por lo menos, hay que reconocer la valentía de este par de dos, ya que hacer una secuela de uno de las más grandes clásicos de la literatura de terror, tiene su mérito... Aunque atisbo un cierto aire de 'oportunismo' literario utilizando el apellido Stoker para obtener mejores ventas. En fin, pronto os contaré. Ah, por cierto, si alguien ya la leyó que deje su comentario!

"Escúchelos... las criaturas de la noche. ¡Qué encantadora música componen!"
Drácula

viernes, 26 de marzo de 2010

ZPU-ÁNGEL GUARDIÁN

No creo mucho en los ángeles guardianes. Y menos en estos tiempos. Pero quién sabe, quizá sea cierto que alguien, desde no sabemos bien dónde, está siempre pendiente de cada paso que damos. Vigilante. Dispuesto a darnos la mano cada vez que caemos de bruces contra el suelo...
Espero os guste el video. Ya hacía tiempo que no ponía música en VPC. Paz colegas!

lunes, 22 de marzo de 2010

Carta a Victoria, Victoriae:

Es cierto. Como bien dices Victoria, en la vida te encuentras de todo: personajes con los que mejor no haber cruzado palabra; caras conocidas que ni fú ni fá; y personas que por muchos kilómetros y por mucho océano que se interpongan, siempre serán especiales en tu vida.

Y como diría Sabina, a nuestra amistad 'le sobran los motivos': las noches de verano comiendo pipas en la esquina con las motos de los quinceañeros llenas de pegatinas; las tardes en la piscina dorándonos al sol mientras jugábamos a las cartas -quien las pillara ahora-; los recreos en el instituto con José Miguel y los demás; los primeros besos; las primeras ilusiones; los amores; los desamores; las primeros 'choles' con granadina; las fiestas y las esclavas de plata en Sabela; más besos; más amores; más desamores; la vida en Inglaterra; los Virgin trains; las viejas estaciones con encanto; los aeropuertos londinenses y su duro suelo; tu cumpleaños en Liverpool; la gasolinera que nunca encontramos; el vodka; la resaca y la sopa de la mañana siguiente; los take care love; Birmingham y aquel café en el Starbuks; Manchester y su barrio chino en el que me perdí buscándote; el frío; la nieve; la lluvia fina; las pintas de Carling de un 'paun' y pico; el regreso a casa; y otra vez vuelta a los cafés de media tarde el uno frente al otro.

Así fue, así es y así siempre será nuestra historia, Victoria. La historia de una amistad que perdura más allá de la nostalgia y el recuerdo de cuando aquellos días que hoy tanto extrañamos.

Tu amigo Manuel
VPC
Feliz Cumpleaños (con retraso)

lunes, 8 de marzo de 2010

'La posada del tiempo'


En el corazón de Coscomatepec se levanta la Posada del Emperador... Un hotel donde personajes de la talla histórica de Benito Juárez y Maximiliano I dejaron su impronta entre estas paredes que hoy guardan leyendas y el paso de los siglos...

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Manuel Ureste
A eso de las diez de la mañana y tras un viaje de pronunciadas curvas y algún que otro barranco de vértigo, me planto con un sonoro bostezo en el pueblo mágico de Coscomatepec.
Lejos de los atascos y de los claxon, el aire se respira puro, y el sol, por fin, se decidió a dar una pequeña tregua a la densa neblina que se había apoderado de la vida cotidiana de este municipio de empinadas cuestas de camino empedrado y rincones llenos de historia y leyendas.
Desciendo por las escalerillas del camión y doy otro bostezo: señal inequívoca de que necesitaba un café de olla con urgencia. Sin leche ni nada. Puro café.
Me dirijo a los Portales, y allí, a un costado del Zócalo, desayuno un par de quesadillas de esas de maíz, hojeo en el diario la última actuación en la cancha de Cuauthémoc Blanco con los Tiburones Rojos, pago la cuenta y me dispongo a ir en busca de la historia sin saber, fíjate qué cosas, que ésta me estaba esperando a tan solo un par de cuadras camino arriba. Paciente y rebosante de sabiduría.
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La calle, o mejor dicho la Avenida, se llamaba precisamente Benito Juárez. En el número 12 con esquina de Miguel Domínguez Loyo para ser exactos.
“Posada del Emperador”, leo en el cartel de la puerta de esta casa histórica construida entre los años 1822 y 1824 y llamada así en honor a los emperadores Moctezuma y Maximiliano I de Habsburgo. Empujo con cuidado y me encuentro con Silvia Álvarez, propietaria de “la casa” y encargada de restaurarla junto a su marido, Víctor Coria Dorantes.
Amablemente, y tras los saludos y presentación de cortesía, la anfitriona me invita a pasar a la recepción del hotel. Una vez en el interior, le echo un vistazo a la cristalera por la que se cuelan los rayos del sol y adivino un majestuoso patio tipo andalú, de esos con sus carruajes de la época de Emiliano Zapata y compañía, adornado con espejos y muebles franceses del siglo XIX que le daban un toque parisino.
“Oiga, me platicaron que acá se hospedó Benito Juárez. ¿Es cierto?”, le pregunto a doña Silvia mientras fotografío aquel viejo carruaje.
“Así es. El Benemérito se hospedó en esta posada...”, contesta ajustándose tantito los lentes de color oro mientras pasamos por un pasillo y me coloca con una sonrisilla justo delante de un mural inmenso de la pintora María Calderón. “Y estos otros también”.
Y era cierto. La posada había sido lugar de paso para “algunos otros” ilustres. Entre ellos Guillermo Prieto, el poeta mexicano por excelencia y ministro de Hacienda de Juárez; Francisco Gabilondo Soler, conocido como “Cri Cri”; el obispo de Tlaxcala, Luis Minive y Escobar; o nada menos que Maximiliano I, segundo emperador de México y del que se dice era hijo de Napoleón II. Su paso –explica doña Silvia mientras se frota las manos por el frío mañanero– data de 1864, tres años antes de que fuera fusilado en el cerro de las Campanas en Querétaro, y siete antes de que, curiosamente, el que fuera su sustituto al frente del país, el entonces perseguido presidente de la República, Benito Juárez, se hospedara también en este lugar reconstruido en la actualidad como Hotel Boutique.
Me doy satisfecho con la amplia explicación y sigo los pasos de doña Silvia, quien me dirige de nuevo al pasillo del patio para proseguir el tour por aquella posada de principios del Siglo XIX en la que, dicen, hay un túnel de hasta un kilómetro y medio que pasa por la calle principal de Coscomatepec que era usado para sacar a aquellas personas que eran perseguidas en la época de los conservadores. Por eso –explica la dueña de la posada– se la conoce como ‘la casa que tiembla’, “por el vacío que provoca el túnel en una de sus habitaciones”.

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De extremo a extremo, recorremos las doce habitaciones de la posada. Cada una con el nombre del personaje histórico al que un día dio cobijo (están la Emperador Maximiliano, la Francisco Gabilondo Soler, la suite General Nicolás Bravo...) o con el nombre de lugares emblemáticos de la región, como la recámara matrimonial ‘Citlaltepetl’.
“Pues esta es la posada”, dice Silvia con un tono de que la visita estaba llegando a su fin. Sin embargo, aún quedaba algo por descubrir. De hecho “faltaba lo mejor”.
Y no mentía doña Silvia. Bajamos las escaleras y a mano derecha una puerta cerrada se interponía en el camino. “Aquí está... la joya de la casa”, me dice la doña con una sonrisa de oreja a oreja. “La habitación de Benito Juárez. El Benemérito de las Américas...”.
Y entonces, de pronto la puerta se abrió dando paso a un imponente rayo de sol que todo lo iluminó. Como si Juárez aún se hospedara allí y la historia nunca se hubiera marchado de aquella posada del tiempo.



Texto, edición y fotografía por: Manuel Ureste, VPC producciones.
Diseño: José Limón y Jorge Hernández (portada)
Un reportaje de Diario El Mundo de Córdoba. Publicado el domingo 7 de marzo de 2010