EL PRELUDIO:
"Para el habitante de Nueva York, París o Londres, la muerte es la palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. Cierto, en su actitud hay quizá tanto miedo como en la de los otros; mas al menos no se esconde ni la esconde; la contempla cara a cara con impaciencia, desdén o ironía: "si me han de matar mañana, que me maten de una vez"...
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Como cada mañana, Córdoba había amanecido con sus lecheros en Los Portales y la marimba al son del ‘Flaco de oro’. Sin embargo, la ciudad tenía un aire distinto...
Manuel Ureste
El 2 de Noviembre, día en que según la creencia Jesucristo permite a los muertos dar un paseo por su antiguo mundo de penurias y alegrías para regresar puntuales a las 12 de la madrugada, amaneció en Córdoba como cualquier otro.
Quizá un poco antes de lo que hasta hace poco era habitual con eso del cambio de horario y con un airecillo fresco ya más propio de este otoño que recién llegó, pero sin más grandes novedades: en el Centro Histórico los mismos puestos de diarios vendían las noticias sobre impuestos aprobados con descaro por diputados y senadores, en los cafés los mismos ‘pancitos’ dulces acompañaban a los lecheros en largas pláticas mañaneras y la marimba nuestra de cada día seguía toca y toca al son del ‘Flaco de oro’ aquello de ‘yo nací con la luna de plata...’. Como cualquier otra mañana de lunes.
Sin embargo, la atmósfera en las terracitas de ‘Los Portales’ –el verdadero ‘pulsómetro’ de la ciudad–, era distinta. Especial. Extraordinaria. Fuera de lo común más allá de que los cuatro cuates de toda la vida se ‘echaran’ a la misma hora de siempre la partidita de dominó, o de que los ‘boleros’ siguieran chambeando a destajo y el ‘va y viene’ se ganara unos pesitos ‘echándole aguas’ a la señora de la camioneta negra.
En efecto, la danza había transformado a la ciudad.
Rescatándola de su cómoda rutina y haciéndola por unos días incluso imprevisible. Con decenas de jóvenes altos y espigados llegados desde Nueva York, Berlín o Monterrey inundando Los Portales con sus ropas deportivas y mochilas al hombro, y con la acreditación del 4º Festival de Danza Córdoba 2009 colgándoles del cuello.
En las mesas, los ‘infaltables’ del lugar comentan ante la pequeña Babel allí presente que la ciudad está creciendo un chorro, oye, al mismo tiempo que una joven bailarina con poca cara de ser producto orgullosamente hecho en México pasaba por allí con sus ojos azul turquesa, una playera que decía ‘la danza es decisión y disciplina’ y señalando asombrada con el dedo índice hacia la Catedral Inmaculada Concepción. Mientras, a su lado, un joven moreno de pelo negro que cubría su coronilla con un ‘kiphá’, el gorro que usan los judíos a partir de los 13 años –tras la ceremonia del Bar Mitzvá– sonríe también impresionado y le tomaba fotos aprovechando la buena toma que le brindaba el arco de Zevallos.
Justo enfrente, a unos pocos pasos de cruzar la avenida 1, se olía a copal y cera quemada. Una impresionante mezcla de religiones y culturas pre y pos hispánicas estaba teniendo lugar en la explanada 21 de Mayo en forma de hermosos y coloridos altares con calaveritas de dulce, pan de muerto, y tequilita ‘100 por ciento agave’ en señal de ofrenda para aquellos que ya no están entre nosotros.
Frente al Palacio, un gran ir y venir de turistas y curiosos aprovechaban el puente vacacional para dar un paseo por la ciudad y no perder detalle de la explicación que varios grupos de jóvenes voluntarios de diferentes centros educativos daban sobre la elaboración de los altares en los que habían participado.
Mientras que en el suelo, cruces cristianas hechas con flores de colores se entremezclaban con ritos mayas y aztecas para recordar a los difuntos en el 2 de Noviembre, ese día en que el imperceptible umbral entre el más allá y el presente que es hoy, es una incógnita. Más pronunciada que nunca.
Crónica publicada en Diario El Mundo de Córdoba, martes 3 de noviembre de 2009.
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POSTDATA:
"La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida. El mexicano no solamente postula la intrascendencia del morir, sino la del vivir. Nuestras canciones, refranes, fiestas, y reflexiones populares manifiestan de una manera inequívoca que la muerte no nos asusta porque "la vida nos ha curado de espanto".
OCTAVIO PAZ, 'El laberinto de la soledad'
FOTOS: Manuel Ureste
Chécate las fotos en: http://www.flickr.com/photos/manuelvpc
6 comentarios:
Asi como te comentaba que es increible como una imagen puede despertar tu percepción y hacer que experimentes sensaciones opuestas al mismo tiempo... tu crónica me transporto a tu momento, experimentando olores y sabores...sencillamente fascinantes...
TK... Besos
Lyz Magallón
Simplemente los Mexicanos siguen con sus tradiciones prehispanicas, esas fierstas vienen de entoncers, lo que pasa es que naturalmente la han critianizado, pero son tradiciones muy antiguas.
un saludo
PEPE badajoz
M E E N C A N T O !!!...
las fotos, el texto entero, la posdata! si los mexicanos somos tan indiferentes pero al mismo tiempo tan encantadores no!!! y la muerte es nuestra cuatacha!
Compañero de enfrente! sigue escribiendo!
Saludos!
como siempre, te quedó genial la crónica.
Yo que puedo decir de la tradición de día de muertos, si soy mexicana? Es de mis favoritas, será porque tengo muchos muertos a quién recibir.
Un abrazo!!
Hola
Que gusto que hayas tenido la oportunidad de conocer nuestro "día de muertos". Un día muy especial para todos los mexicanos.
Entre cazuelas de comida y caballitos de tequila, le damos color a un día tan especial como éste. Nos reimos de la muerte y hacemos de éste día una fiesta en vez de un velatorio.
Saludos,
Naita
Simplemente los Mexicanos siguen con sus tradiciones prehispanicas, esas fierstas vienen de entoncers, lo que pasa es que naturalmente la han critianizado, pero son tradiciones muy antiguas.
un saludo
Pepebadajoz
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