jueves, 12 de noviembre de 2009

Obama, a la baja


Según las últimas encuestas el ‘sueño americano’ de Obama se va diluyendo.
Las interminables guerras en Irak y Afganistán, y la asfixiante crisis económica están poniendo a prueba, entre otros problemas, el crédito del líder más carismático del planeta


Manuel Ureste / Diplomacia Exprés
Su popularidad en las encuestas está cayendo al mismo ritmo que su cabeza se inunda de canas.
Y no es para menos. Las eternas posguerras en Irak y Afganistán, el más que probable cierre fallido de Guantánamo para comienzos de 2010, la faraónica reforma sanitaria, así como la mayor crisis financiera que se recuerde desde el ‘crack del 29’, han hecho, junto a otros graves asuntos legados por cortesía de W. Bush, que el primer año de Barack Obama en la Casa Blanca haya sido desgastante incluso para el presidente más mediático –con permiso de Kennedy– que Estados Unidos haya tenido jamás al frente.
Así lo señalan los tres expertos entrevistados por EL MUNDO, quienes coinciden en que el balance del afroamericano en su primer año es positivo, aunque debido a las expectativas “sobrehumanas” generadas en torno a su cada vez más delgada figura, la esperanza del cambio empiece a diluirse al mismo tiempo que aflora la impaciencia: “La gente quiere que se resuelvan entuertos de 40 años en seis meses... Y eso es imposible”, apuntan.

Balance positivo, pero...
El presidente no está en su mejor momento. Especialmente tras la derrota de los demócratas en Nueva Yersey y Virginia y las últimas encuestas como la elaborada por el diario Usa Today, en la que se refleja la caída de popularidad de Obama. Sin embargo, en el cómputo global aún no asoman los números rojos.
“Es un balance positivo”, afirma José Alberto Moreno, experto en Relaciones Internacionales por la Universidad Iberoamericana. Aunque matiza: “se debe partir de que las expectativas sobre él eran casi sobre-humanas”. Sin embargo, considera que su gobierno ha tenido “avances importantes” en política social y ayuda a la recuperación económica, aunque el punto flaco sea el desempleo, “lo cual es natural porque es el índice que más tarda en recuperarse”.
Mientras que Susana Liberti, maestra especializada en Oriente Medio en el Colegio de México (COLMEX), explica que es natural que el índice de aprobación del afroamericano desde que asumiera el cargo haya caído de aquel 79 por ciento hasta el 57 y 51 por ciento de hoy. “Por contraste con Bush, que dejó una situación económica al borde de otra Gran Depresión, una imagen internacional deteriorada y enemistad en todas partes, posiblemente ningún otro presidente haya llegado a la Casa Blanca rodeado de las expectativas más extravagantes dentro y fuera de EU”.
Y precisamente, esa inevitable comparación con Bush de la que habla Liberti, sea tal vez el mayor colchón de aire que tiene Obama en estos momentos de duda. “Cambios los ha habido en forma y fondo”, indica Pablo S. Blesa, vicerrector de Relaciones Internacionales de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), quien cita al respecto el cierre de las prisiones ilegales fuera de territorio estadounidense; la modificación en los reglamentos de actuación de la CIA en la ‘guerra global contra el terror’; el abordamiento del problema palestino-israelí “desde una perspectiva más ecuánime respecto a los palestinos”; así como el mensaje de reconciliación con el mundo musulmán en El Cairo, como los grandes hitos de la Administración Obama –junto a la oferta de diálogo a Cuba e Irán y la cancelación del proyecto del escudo anti misiles en Europa del Este– respecto a la ‘hard diplomay’ practicada por los ‘halcones’ de Bush.
Ahora bien, como ya comprobó la Secretaria de Estado Hillary Clinton en su última visita a Pakistán, el regreso al multilateralismo no es suficiente para ganar la guerra al terror. Por mucho carisma que se tenga.
“Afganistán es un grave problema y se le acusa al presidente de indecisión ante la posibilidad de enviar más tropas”, explica Liberti, mientras que Blesa en cambio destaca que los talibanes se están haciendo con el control de Kabul debido a otros factores externos a la política de Obama. “En Afganistán, la OTAN es la que está perdiendo el terreno: no sólo porque progresivamente lo que emerge es una resistencia ‘nacional y multiextendida’ (que llega a Pakistán) frente a los invasores, también porque un gobierno muy corrupto gestiona el país, y porque los europeos no se dan patadas en el trasero para aumentar la presencia allí”.

Sí, ¿podemos?
El 4 de noviembre se cumplió un año de una jornada histórica en EU: Obama se convertía –más allá de ser el primer presidente negro de la nación más influyente del mundo– en el político del cambio. En el líder del ‘Yes, We can’.
Sin embargo, hoy las ilusiones se van desinflando. Y acuerdos militaristas como la instalación de 7 bases en Colombia han contribuido en gran medida a ello. Quizá, porque tal y como apunta Moreno, “no debemos olvidar que EU es un gran imperio y como tal debe comportarse... a pesar de que Obama sea liberal”.
En cualquier caso, una cosa parece clara: es pronto para juzgar el proyecto demócrata a pesar de que, como apunta Liberti, los “logros han sido modestos”. Más aún cuando se hereda un país en el peor momento de su historia y cuando tanto partidarios como observadores “esperaban que desde el primer día arremetiera contra todos los males del mundo... y además, los corrigiera”.
Por ello, los tres expertos llaman a la paciencia. “Hasta ahora, tenemos derecho a un limitado optimismo”, concluyen.



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¿Merecía el Nobel de la Paz?

Probablemente pocas veces un premio a la concordia ha generado tantas diferencias.
El 9 de octubre el reconocido Premio Nobel de la Paz recayó en la figura de Barack Obama más por las promesas de un nuevo mundo, que por las acciones concretas de su gobierno. Lo cual provocó que en pocas horas el debate estuviera en boca de medio mundo.
“Él mismo dijo que no lo merecía. Aunque creo que quizá fuese una muestra del agradecimiento y alivio mundial por la inteligencia y la serenidad de que hace gala”, apunta la experta en Oriente Medio, Susana Liberti.
En esta misma dirección, el experto en relaciones internacionales José Alberto Moreno asegura no compartir las críticas de muchos medios de comunicación que aseguran que los triunfos de la Administración Obama han sido nulos.
“Muchas veces se le ha concedido el Nobel de la Paz a personas o instituciones que representan un ideal. Por ejemplo, se le concedió a la Madre Teresa de Calcuta y no terminaron los enfermos; o al Dalai Lama y la represión sobre el Tibet es constante. Por ello, no veo algo extraordinario en su elección, aunque sí le complicará su imagen pública. Dado que el escrutinio será mayor y la posibilidad de desilusión (ya grande de por sí) aumentará”.

Reportaje publicado en Diario El Mundo de Córdoba, domingo 8 de noviembre de 2009


2 comentarios:

Yezz dijo...

Me quede a medias, pero mañana continúo en la lectura! ya me voyyy y las cosas de rápido no funcionan pues no me concentro!

Saludos compañero de enfrente!


Solo una nota! para mi no merece el nobel de la PAZ! jum

Anónimo dijo...

Me parece que es un buen artículo que despierta un debate en pro y en contra de un gobierno que por corto tiempo puede decir mucho o puede decir muy poco. No está de más mencionar que de entrada no tiene una barita mágica para desaparecer todo un proceso histórico que antecede a una potencia mundial como lo son los Estados Unidos. Yo creo en los grises, ni todo es blanco ni negro (bueno, Obama sí ). La presidencia de Obama es todo un reto como presidente de EUA, que implica ser figura de un país potencia y que como tal exige esa hegemonía creada de siglos atrás. Desde mi punto de vista: el presidente es un representante -lamentablemente- de intereses que exigen dicha supremacía (que no debería ser así) es otro rollo. Sin embargo, debo agregar que aunque el HOY toma un curso en su política, encarrila un rumbo explicito: “poca política y mucha administración”.
Bien Manu, te invito a que cada año lleves a cabo este tipo de reportajes para que digas y nos desdigas sobre Obama. ja!

Idaly