martes, 8 de febrero de 2011

Diarios de un Vocho: Viaje a la Frontera (Parte II)


Insomnio en la calle Varsovia

4.00 AM

Calle Varsovia, Ciudad de México.

Es que no falla, oiga: la noche previa a subirme a uno de esos lápices de aluminio con alas, no pego ojo. Lo que se dice ni gota, vamos. Ni con infusiones de valeriana, ni remedios caseros de la abuela, ni con tu tía. Nada de nada. Y claro, aquella fría madrugada, como sospechaba, no iba a ser menos. De hecho, aún quedaban varios minutos para que saltara la primera de las cinco alarmas que había programado en el despertador, cuando decidí que ya no tenía nada que hacer entre las sábanas viendo los edificios desde la ventana. Así que di la última vuelta en el colchón y puse los pies en el suelo de la moqueta para arrastrarme cuan zombi por el departamento con los pelos revueltos, los ojos hinchados y rascándome la coronilla.

Caminé a tientas. Envuelto entre tinieblas, golpeándome aquí y allá y soltando algún que otro improperio en arameo. En la cocina, un inconfundible olorcillo a gas flotaba por el ambiente. Encendí la luz y vi que los platos sucios de la noche anterior aún permanecían sumergidos en el agua. Encima del refrigerador, el reloj del estéreo marcaba las cuatro de la madrugada con grandes cifras digitales en amarillo, mientras la cafetera comenzaba a regurgitar las primeras gotas de café caliente. Clap, clap, clap.
En las noticias aún no había nada extraordinario. Demasiado temprano, incluso para las desgracias. Seguí girando el dial sin encontrar nada y desde la puerta de la cocina observé el largo pasillo oscuro que llegaba hasta el balcón. Caminé a través de él con cuidado de no golpearme de nuevo sintiendo el suelo frío, helado, a mis pies. Corrí las cortinas y pude ver los rascacielos de Santa Fe en completo silencio durante unos minutos. En la calle no había ni un alma. Ni un coche, ni una voz. Nada. Solo una patrulla de Policía que pasaba con las luces encendidas por la avenida de Chapultepec y un gato negro que maulló tres veces para luego esconderse entre los botes de basura de un callejón oscuro.
La maleta ya estaba lista y puesta en la puerta. Regresé rápidamente a la cocina y terminé el café que había dejado a medias en una taza negra con la cara de Pedro Infante. El reloj digital marcaba ahora las cuatro y media de la madrugada. Abrí el ropero, agarré el abrigo de faena más robusto que tengo –una cazadora gris tipo bomber, con capucha forrada en piel y mil bolsillos donde guardar grabadora, libreta pequeña y demás menesteres- y puse el pasaporte del Reino de España en mi cartera junto a unas monedas desperdigadas y el boleto de avión para Monterrey. Era la hora de partir.

Llamé al ascensor y de inmediato aquella siniestra maquinaria se puso en marcha. Segundos después, y tras un sonoro clank metálico, el orificio de la puerta de hierro se iluminó. La abrí lentamente y entré. De nuevo, la caja de hierro impulsada por unos cables de acero se puso en marcha hasta dejarme en el lobby del edificio. Abajo, en el sofá de la entrada, el portero dormía plácidamente cubierto con una manta que le cubría hasta las cejas. Pasé por su lado con cuidado de no hacer ruido y abrí la puerta de madera de la entrada. Afuera, el cielo lleno de estrellas estaba abierto de par en par. El frío era desgarrador. Los mendigos se tapaban como podían con cartones y periódicos resguardándose en el portal del edifico de la Secretaría de protección de datos, y las prostitutas –o prostitutos- de la esquina habían terminado antes su jornada laboral dejando completamente solitaria y sin vida la concurrida calle Varsovia.

Tan solo en el callejón oscuro, el gato seguía maullando.

4 comentarios:

LyzM dijo...

Amor buenos días!!!!!!

Me está fascinando Diarios de un vocho, voy leyendo y más me va atrapando y regreso a esos días... pero me dejas picaa...quiero mássss!!!!!!!!

Mi escritor favorito...... Te AmO....

Maquinista dijo...

Estos seriales de los Diarios de un Vocho me están encantando... cuenta más queridooooo (dijera tu tía Chio) jajaja

Abrazotes!!!

Manu Ureste dijo...

Hola Amor!
muchas gracias por tus comentarios!! jeje pues ojalá que repitamos muy pronto un viaje de estos tipo 'Diarios de un Vocho', pero si puede ser que sea algo menos tenso jajaja. Gracias por acompañarme siempre en el camino; para mí es realmente muyyyy importante, ya lo sabes.
Te quiero.

Manu Ureste dijo...

Yezzz!!!
muchas gracias!! espero que pronto pueda contarte todas las anécdotas en persona!! ;-)

Nos vemos en la próxima estación queridaaaa (saludos para Chío!!)