Manuel Ureste / Diplomacia Exprés
Pues no compay. Lo cierto es que no me esperaba mucho del llamado ‘Concierto por la Paz’ del señor Juanes y compañía allá en La Habana, capital de la ‘revolusión’ de los Castro Brothers and Company.
Es más, la puritita verdad es que encendí la televisión con un gran sentimiento de escepticismo. De nefastez. De no esperar nada. Nada de nada.
Incluso, admito, sintonicé el canal casi por el morbo de comprobar si en efecto habría o no concierto, o si las autoridades del régimen echarían todo a perder –como ya se vio que estuvo muy cerca de pasar en un video que ya ha dado la vuelta al mundo, en el que se ve cómo un enojadísimo Juanes llega incluso a poner punto y final a la iniciativa pacifista debido al ostigamiento de las autoridades cubanas–.
"La puritita verdad: encendí la televisión con un gran sentimiento de escepticismo. De nefastez. De no esperar nada. Nada de nada... salvo el morbo de ver si, en efecto, habría o no concierto"
Sin embargo, tengo que admitirlo: me llevé una muy grata sorpresa.
Por ejemplo, pensé que por nada del mundo la censura iba a permitir a Juanes cantar el tema ‘Es tiempo de cambiar-It´s time to change’ en plena plaza de la Revolución. O no creí jamás posible que el colombiano, junto al español Miguel Bosé, entonara el tema ‘Nada particular’, en la que dicen explícitamente: “Dame una Isla en medio del mar, llámala libertad”.
O tampoco hubiera imaginado ni en sueños que, después de 50 años de régimen ateo, un grupo de artistas repitieran hasta la saciedad en el mero corazón comunista aquello de ‘que Dios me los bendiga’, o que Juanes cantara ‘A Dios le pido’ dedicando sus temas ‘a todos aquellos que estuvieran privados de su libertad, donde quiera que estén’.
O que incluso el colombiano fuera más allá y al final del concierto pidiera ‘una sola familia cubana unida’ en una explicitísima alusión al exilio de Miami.
A todo eso, añádale a Silvio Rodríguez entonando su emblemático ‘Ojalá’, que vino como anillo al dedo para el mensaje de trasfondo que en realidad pretendía transmitir el concierto pese a la censura.
Porque, no nos engañemos, claro que hubo censura.
Tan sólo una muestra: aunque se antojaba facilísimo gritar consignas como Cuba Sí, Castro No y pasar desapercibido en una masa de un millón y medio de almas, nadie se atrevió a hacerlo –o al menos no ha trascendido–. Como mucho se oyeron unos tímidos gritos de ‘Libertad, Libertad’, que de inmediato fueron tapados por el diplomático ‘Cuba, Cuba’.
"A veces, la música es la mejor diplomacia posible"
Sin embargo, a pesar de que la censura estuvo muy cerca de ‘reventar’ el proyecto, el Concierto por la Paz fue, a pesar de mi escepticismo inicial, un grandísimo ejemplo de que, a veces, la música es la mejor diplomacia posible.
Y por supuesto que no pasará a la historia como el evento que tumbó al régimen –ya lo dijo el Nuevo Herald de Miami: ‘Concierto no cambia situación de cubanos’–, pero a buen seguro sí será un punto de inflexión para conseguir un futuro de libertad.
Ahora el concierto ya es historia. Y, como dijo Juanes, es el turno de la juventud, en cuyas manos está la decisión de seguir esperando la lenta desaparición de los Castro Brothers, o empezar a hacer que el futuro sea hoy mismo una realidad.
1 comentario:
A través de la música se puede expresar tanto...
Lástima que a veces no tenga los resultados que uno quisiera...
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