martes, 5 de octubre de 2010

Sucedió en Coyoacán (parte 1)

Manuel Ureste/VPC

Cuando al fin pude abrir los ojos, todo a mi alrededor era oscuridad. Una infinita, profunda y húmeda oscuridad.
Hacía diez minutos que la alarma del despertador había sonado por primera vez desde que fuera programada la noche anterior. Era lunes laboral en la vieja Coyoacán de Frida Khalo y Diego Rivera. Sin embargo, yo aún daba vueltas en la cama. Pegado a las frías sábanas, sin un empleo por el que alquilar mis ideales bajo el pretexto de una 'línea editorial' que seguir a rajatabla según los vientos políticos que soplen, y con unas cálidas piernas morenas envolviéndome la cintura bajo las mantas. "Después de todo... creo que podría acostumbrarme a esta vida", sonreí.

Abajo, en algún lugar de las veinte mil leguas de viaje submarino que era mi cuarto, el suelo estaba frío. Congelado como uno de esos espermatozoides durmientes que esperan su chance en una probeta de laboratorio. Me puse de pie y palpando con la palma de las manos el incierto espacio abierto llegué hasta el ventanal que daba al parque Hidalgo no sin antes tropezarme con un vaso de cristal que desparramó el agua encima de una editorial amarillenta sobre el cambio climático y sus desafíos. "Global Warming: Aún estamos a tiempo", rezaba el encabezado.

Al abrir la ventana de madera algo carcomida, un suspiro de aire fresco y de luz alcanzaron a colarse por la rendija corrompiendo tímidamente la oscuridad. La habitación seguía en tinieblas, aunque había entrado la suficiente claridad como para distinguir la forma de aquellas cuatro paredes. Ahora, pensé, al menos podía intuir dónde estaba cada cosa: la cama de escaso cuerpo y medio seguía en sus sitio, pegada a una amplia pared lisa y blanca adornada con una réplica barateja de 'Las Meninas' de Velázquez. Junto al catre, había una mesa de plástico verde de patas endebles con medicamentos para anestesiar el dolor de muelas sobre la superficie, algunos pesos sueltos con el águila zampándose a aquella serpiente de largos colmillos, tickets para el Metro, una factura arrugada del Samborns y una lamparita de color blanco para leer en las largas noches de invierno. En el suelo, sobre una alfombrita para poner los pies, estaba abierta por la página treinta y nueve 'Trilogía de Nueva York', la novela detectivesca del norteamericano Paul Auster.

A mi espalda, a la derecha de la puerta de entrada al cuarto, vi un reflejo. Era una imagen borrosa; una silueta grisácea apenas perceptible. Retrocedí entonces unos pasos para averigüar de qué se trataba y allí me quedé durante unos segundos. Inmóvil. Con un pie subido al empeine del otro y con ganas de ir al baño a mear. Observando. Escuchando los latidos del corazón y sin perder de vista al tipo que tenía frente a mí: un desconocido de ojeras moradas, cara pálida, pelo revuelto, barba de varias semanas y una barriga ciertamente venida a más en los últimos tiempos. "Un viejo", dije en voz baja acercando el dedo índice hasta tocar la imagen del espejo. "Es un viejo de 28 años".



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Fotografía: Manu VPC
Parque de Coyoacán, Ciudad de México

6 comentarios:

Fernando dijo...

¡Cómo está latiendo ese pulso! Pronto nos vemos.

La Maquinista Yey★ dijo...

Viejo?! viejo?! viejos los árboles! creo que así va!!! Que bueno que volviste! uhu! con una historia de la jungla de asfalto! u.u el metro! lo amo! será porque no vivo allá y cuando me ha tocado es algo que me gusta mucho!!!

Como también me gusta lo que leo, porque te imagino, imagino el lugar y a la morena de las piernas calidas! :D!!!

Y nuevamente darte las gracias! aún estando lejos tus palabras me alivian!!!

Bueno jefe! ya le llego!

Ya pasé los pdfs! todo tranquilo! el changarro marcha bien, pero no igual sin ti!!! :S!

Un fuerte abrazo!

Diabla Región 4 dijo...

Ya viviendo en estos lares?? Te felicito, Coyoacán es una zona preciosa aunque conflictiva. Ojalá que pronto consigas una oportunidad de trabajo (si no es que la tienes ya) De antemano ya sabes que tienes una colega acá, al menos para ir por un café =)
un abrazo!

victoria,victoriae dijo...

¡Qué gusto volver a leerte! Y de viejo nada...¡que yo te vi hace unos meses y sigues estando bien guapo! No nos hagas esperar tanto...

Anónimo dijo...

pas grave!!!! jajaja nada ke no se kite con un buen descanso ya me imagino la fiesta del dia anterior :p ke, fue despues de la independencia o ke?? jejeje :p
Ya tenia mucho sin leer al buen manu :p espero la segunda parte!!
como haces falta para tomar unas buenas fotos de aki!!!!
bueno me voy a cenar les mando un fuerte abrazoOoOO
gross bisous a toi et a ta femme
à bientôt! mon t'loup!!!

Manu Ureste dijo...

Gracias por vuestros comentarios!!!
Siii ya andamos de vuelta... después de un periodo de 'reflexión' en la playita y viajando de acá para allá jajaja
Diablo Cody propongo una quedada para cuando me visiten -que será pronto!- Fernando y La Maquinista Yey. EStaría padre, no??? Bueno, ahí dejo la propuesta. Un cafecito en La Condesa... o bueno, quien dice un cafecito dice una chela, dos, tres... jaja
Saludos para Claudia y su novio Polo que me escriben desde Paguisssssss oh la lá! Muchos besos cuñis, y no te olvides de mi Le Parissien!!
Y besos y abrazos también para Victoria, que me escribe desde Las Torres de Cotillas City, es decir, mi casa de toda la vida. Por cierto, os recomiendo mucho su bloG!!!!

Vivir para Contarlo co!
VPC