Manuel Ureste / VPC
La otra noche me ocurrió algo insólito: salí temprano de trabajar. Bueno, relativamente temprano para lo que viene siendo el ritmo habitual de chamba en tiempos de elecciones.
Bien, el caso es que a las 12 de la madrugada, más o menos, cerré el changarro y me planté de vuelta en casa. Frente a la puerta saqué las llaves, entré adentro, dejé mis cosas encima del viejo sillón de madera carcomida, puse algo de latin jazz en la computadora y encendí la luz de la lamparita de noche.
Entonces, mientras me servía un vaso de leche bien frío, miré de nuevo el reloj. ¿Y ahora qué hago, wey? Di un trago lento y profundo que me raspó hasta el alma. Me senté en el borde la cama maldiciendo el calor y la humedad de mi apartamento-habitación y completamente aburrido prendí la televisión. Los Simpson de nuevo. Estaban pasando el capítulo en el que Bart compra en una subasta por un dólar una vieja fábrica en el centro. Es uno de mis favoritos, casi me sé el diálogo entero.
El tiempo seguía pasando muy lento y de Morfeo no había noticias. Pero entonces, allí estaba ella para rescatarme. Radiante, hermosa, esperando a ser toqueteada por mis manos y mis dedos. No lo pensé más. Me levanté del sillón dejando el vaso de leche y a Homero y compañía a media función. Me acerqué lentamente hasta tenerla frente a frente. Con decisión. Con los ojos clavados en sus formas y diciéndole tú eres para mí y no se hable más.
Estábamos a solas en mi apartamento. Ella estaba apoyada con chulería en la barra americana que separa la cocina del dormitorio. Mientras, el Jazz había dado paso a la balada 'Contigo aprendí', aunque en una versión tropicalizada Bossa Nova. Era la hora y el momento: la tenue luz de la lamparita iluminaba el momento en que ya veíamos el mundo a través de unos mismos ojos. Mi ojos, tus ojos (y viceversa).
Ya entre mis manos, sentí el suave frío de su fino tacto penetrando las yemas de mis dedos. Era irremediablemente mía por primera vez. Entonces, con mucha delicadeza fui deslizando mis dedos por cada uno de sus escondites hasta alcanzar a tocar el botón que acabaría por unirnos. Suavemente, con gentileza para no dañar nada, lo apreté, clack-clack, y como un relámpago enfurecido el disparador del flash lanzó un chispazo al aire dejando impregnada la fotografía de mi recuerdo en el visor digital.
Por fin, nuestra historia de dos acababa de quedar grabada en blanco y negro. Ya no viviriamos más alejados el uno del otro. No, ya no. Desde aquella calurosa noche de insomnio, nada ni nadie me la quitaría nunca de las manos...
7 comentarios:
Muy lindo, me gustó mucho la colorida crónica. Estaba viendo que lees "Ensayo sobre la ceguera". Cuando lo leí, casi me deprimí un mes. Un poco fue lo que pasó en el DF con la influenza; me da miedo que la gente llegué a ese estado de miseria moral.
Pero, en forma es un excelente libro. Sobre ángeles y demonios, a mí no me gustó, sobre todo el final :S
Saludos!!
Muy agradable el ritmo de tu historia. Tenemos que escuchar más boleros. ...
manuuu pero que es esooo!!
Que chido no dejes tu cam por que si te descuidas te la robo XD
hahaha
perfectisimo!!! sabes de seguro cuando la viste en algún aparador o donde sea que la hayas visto, dijiste esa cámara tiene que ser mía... o al menos yo lo aplico cuando algo me gusta... Tiene que ser mío!!! Aclaro algo: Solo objetos!!!
Oye hiciste de esa noche aburrida algo muy interesante, el relato te dice otra cosa, digamos que hasta mensajes subliminales hay!!! Pero por Dios se trata una cámara...
Saludos compañero del blog y mundano!!!
Jaja Yey, qué bueno que aclaraste lo de 'sólo objetos'. Bueno, muchas gracias por tu comentario y te doy también la bienvenida a este otro tren llamado 'Vivir para contarlo'. Y en cuanto a lo de los mensajes subliminales... prefiero que cada quien haga sus interpretaciones, que así es más interesante, jeje.
Al resto, Ale, Fredy, Isis, nuestra querida Diablo Cody, Yey, y algunos otros que están por ahí pendientes, muchas gracias por vuestras aportaciones...ya siento que todos formamos parte de una gran familia bloguera :-)
Saludos co!
awww ta enamoraaaoo de su cámara, meeeeendigooo presumido ¬¬, pero hay un Dios jajaja
Hey Manu!, creo que bien vale la pena darle vida a los objetos!...es la única manera de hacerlos tuyos!..Esa cámara debe estar feliz de tenerte como dueño, y que le cuentes al mundo su gran historia!
Besos!
Mariana
Publicar un comentario