Por Idaly, en colaboración con 'Vivir para contarlo'Diarios de un vocho (por el mundo): Buenos Aires, Argentina
Hace como siete años (si no me equivoco) que conocí a Idaly a través de Internet. Y durante todo este tiempo, a pesar de que jamás nos conocimos en persona (de momento) hemos mantenido una grande y sincera amistad a prueba de kilómetros. Curiosidades de la vida, y después de hablar una y mil veces de nuestro encuentro, cuando por fin decido cruzar 'el charco' (algo impensable cuando nos conocimos 'on line'), Idaly se traslada a Buenos Aires a continuar con su tesis de maestría... Y precisamente desde la tierra del tango herido, es desde donde nos escribe este relato con sabor a mariachi sobre sus vivencias y añoranzas. Espero que os guste. Saludos desde Córdoba Idaly!--------------------
Días de febrero entre tangos…y el recuerdo de un mariachi“Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando…”, dijo Carlos Gardel en un tango con sabor a dolor desarraigado. El tango está exiliado de la vida, exiliado de los sueños, exiliado del amor. Este baile cobró su sentido en la Argentina del gaucho y tuvo un nuevo significado con el desembarco de los españoles e italianos que hicieron del tango: “un sentimiento triste que se baila”. Por ello esta danza es nostalgia, pero también es sensualidad y es pasión... En las letras de Gardel murió ese gran amor, terminó, había cumplido su fin, pero el mundo sigue girando, dando vueltas y se debe caminar y caminar…
El Puerto de Buenos Aires es una ciudad moderna - diferente quizá- a la mayoría de los países latinoamericanos, por la afluencia de barcos de infinidad de razas. Por tanto, en esta metropli hoy subsiste el olor a Europa y se denota en gran parte de sus edificios, su fisonomía, su mezcla de lenguas que se diferencian con facilidad en esta ciudad cosmopolita; me refiero al Puerto porque argentinos también son los de Tucumán, Jujuy, Chaco, entre otras provincias que algunos ignoran por mencionar sólo al argentino ”europeizado” al ojiverde y ojiazul, al sencillito y carismático.
"El Puerto de Buenos Aires es
una ciudad moderna
-diferente quizá- a la mayoría
de los países latinoamericanos, por
la afluencia de barcos de
infinidad de razas"
Las caminatas en febrero por las calles Av. 9 de julio, Av. De mayo, Rivadavia, Corrientes, Mitre, Callao, Perón, Sarmiento, son incansables cuando intercambias un diálogo con argentinos; vas aprendiendo códigos, a interpretar el lenguaje, a descifrar los gestos que trazan sus rostros. ¿Una pronta integración? vivir en Buenos Aires en este segundo mes del año me orilla con gusto a saber sobrellevar la estancia, a aceptar lo diferente. Sobre esto último cambias el lenguaje por la misma necesidad de integración y por convivir en la cotidianidad argentina.
Ya no preguntas por la tienda ahora es “kiosco”, caseta telefónica es “locutorio”, el aguacate es “palta”, el metro es “subte”, refresco es “gaseosa”… Recuerdo que hace poco un amigo mexicano gritó con gusto en un supermercado: “por fin encuentro ”Bimboooo” y hay unos panecillos con cajetaaaaaa”, rieron los chicos que atienden el lugar, yo sabía el significado de la palabra pero no pude advertirle. “Por Diosssss Salvador es ‘dulce de leche’…

Más allá del albur que hubiese significado en México, mi estancia acepta que mi bagaje cultural es orgullosamente distinto.
Es curioso ver en esta ciudad cómo las palabras en inglés han sido adoptadas por el vocabulario del común de la sociedad: “Comida para “Delivery”, “Sponsor oficial de la selección argentina”, “Notebooks en venta” etc., etc. ¿Globalización o influencia inglesa? No sé, quizá algunas de estas palabras permanecieron debido a las grandiosas telecomunicaciones.
En México prevalecen ciertas palabras en que la vecindad estadounidense ha sido clave e inevitable, aunado a la globalización. A pesar de ello considero que dicho vocabulario no está tan arraigado al grado de adoptarlo pues los que lo utilizan saben la traducción en mexicano, un ejemplo: Hot dog, para nosotros es un “perro caliente”, pero en Argentina son “Panchos”, (nos ganaron el término, chin…); no más ejemplos contradictorios.
La comida en Buenos Aires es rica, los asados son exquisitos, los alfajores, las ensaladas, las pizzas, las empanadas, las pastas, (espero discreción a mi regreso); sí, sí, muy rico, pero en ocasiones ansío mis antojitos mexicanos, mis taquitos dorados, tostadas, pozole… el picante, si el picante aunque estemos “locos los mexicanos”.
"El ser mexicano hoy día es definido por la representación de los programas televisivos gracias a una tonta imagen del mexicano en el exterior que impulsó y sigue promoviendo hoy -a su manera- la gran empresa Televisa"
En otros rumbos donde intercambias palabras suponen que el ser mexicano hoy día es definido por la representación de los programas televisivos gracias a una tonta imagen del mexicano en el exterior que impulsó y sigue promoviendo hoy - a su manera- la gran empresa Televisa y otras televisoras. No obstante, es agradable que los argentinos relacionen y conozcan a Jorge Negrete, Pedro Infante, Sara García, por mencionar algunos de aquella época del cine de oro.
Un amigo y compañero mexicano que también realiza una estancia de investigación en Argentina me comentaba que charló con una persona mayor a propósito de su tesis. Su investigación es sobre la Música en Argentina durante la represión de la dictadura militar; el argentino amablemente comenzó afirmándole: “en México como el tenor Jorge Negrete no existe nadie”, y poco después diría este mismo argentino: “salvo Gardel”, ambos sonrieron, cuestión de gustos y nacionalidades.

Es interesante cómo se ha juzgado al argentino no sólo en México sino a nivel mundial por un supuesto complejo de superioridad. Alguien dijo que “el argentino cambia en su casa” y creo que es cierto, pues en su país me han demostrado amabilidad.
Ya en épocas más recientes, es graciosísimo que relacionen al mexicano con El chavo del 8: piensan que a mí me pueden encantar las tortas de jamón (no me gusta el jamón, pero me encanta el Chavo del 8). Me agrada que predominen los iconos de la música, cine y programas mexicanos, a pesar de la distancia y más aun cuando Argentina ha tenido mayores nexos con Europa que con Latinoamérica.
En el febrero de 2009 “el sueño argentino” para mi investigación del exilio argentino en México ha sido clave para valorar y criticar desde fuera lo escrito: una historia oficial y obviamente, como bien lo decía el ingles E.P. Thompson, una “Historia desde abajo”. Debo reflexionar, con la distancia del tiempo, el por qué esas miles de personas que llegaron a México. Sin duda éste es un país que se ha caracterizado por una amplia solidaridad al perseguido político, donde los argentinos lograron desempeñar su labor, la paz anhelada y -¿por qué no decirlo también?- algunos enfrentaron el modo de vida en México y una sociedad que los ha considerado como “el ego que todos llevamos dentro”.

A pesar de todo esto, debo de mantener una mirada firme como extranjera y como estudiante: valoro como experiencia el corroborar o criticar lo escrito de la década de 1970, conocer qué piensan algunos de la sociedad argentina sobre aquella etapa tan crítica que vivió esta nación.
Recuerdo cuando hice rabietas con un militar con el que tuve un dialogo sobre la dictadura militar más cruel que sufrió este país en el periodo 1976-1983. Esa conversación terminó en silencio al preguntarle sobre el exilio argentino, me dijo: “!ya no me rompàs las pelotas!”. De momento me incomodó su afirmación (pensé en mexicano), pero era un hartazgo por criticarlo al preguntarle sobre la represión y la tortura; entonces me contesto: “lo ocurrido, ocurrido está”; seguí preguntando: “¿y los 30, 000 desparecidos?”, Contestó bajo cierto cinismo: “Costos de guerra”, sin más palabras.
"Tal vez parte de la sociedad argentina
ya no quiere recordar, pero muchos
siguen en pie de la lucha por reclamar
justicia y que no se vuelva a repetir"
Tal vez parte de la sociedad argentina ya no quiere recordar, pero muchos siguen en pie de la lucha por reclamar justicia y que no se vuelva a repetir. Por ello, enfrentar posiciones contrapuestas es muy válido y mi deber al pretender ser objetiva me orilla a discernir entre lo bueno y lo malo, lo prudente y lo imprudente, así como la hipocresía de la certeza del ser que enfrentó el camino del exilio, del familiar del desparecido, de las Abuelas y Madres de la Plaza de Mayo o como las llaman algunos:“ las locas de la Plaza de Mayo” todo ello sé que es parte del: “ oficio de historiar”-.
Para completar el itinerario es que extraño México y lo coloco en lo recóndito de mi ser, se clava en mis entrañas, hace falta el calor de los míos, mi familia, mis amigos, las calles, sus sonidos, cada uno de sus olores y sus colores. Debo seguir con pasos agigantados aunque en momentos este lugar sepa “amargo como el vino del exiliado”.
Me encanta el tango, pero llevo en mi mente el sonido de los mariachis; de mi mariachi mexicano con su estilo, su ánimo, sus ojos, su sonrisa, su voz…
“Pelo de plata y carne morena” ¿o morocha? mejor morena.
Idaly