martes, 12 de agosto de 2008

¡MAMÁ, QUIERO SER RUDO!

La Lucha Libre mexicana es como una novela: "Si no hay un villano, no tiene chiste la historia". De ahí que en esta particular representación del Bien y el Mal y su eterna lucha, el papel de los 'rudos' se esté revalorizando a pasos agigantados frente al de los 'técnicos'.


Manuel Ureste/Veracruz

De Tijuana a Chiapas, Jorge lleva 15 años recorriendo los cuadriláteros de la República con una idea fija en la cabeza: encontrar a quien poder arrancar la máscara, o cortar sin piedad la cabellera.
Por algo él es un rudo. El gladiador que te hará reir y llorar “en cuestión de segundos”, y que intentará por todos los medios hacerte claudicar ante su burlona superioridad sin importar qué métodos utililice.
“Represento todo aquello que nunca se debe hacer, y que, sin embargo, se hace”, afirma este admirador de Sangre Chicana, mientras apunta con el dedo a una silla de metal y añade, con un tono de picardía, de como si nadie le estuviera escuchando, que “los rudos siempre infringimos la ley”.
La pasión por la adrenalina tocó su puerta a muy temprana edad. “Los veía como súper héroes”, recuerda con una sonrisa. Aunque no sería hasta los 21 años cuando un gimnasio local le diera “chance” en esta particular representación del Bien y el Mal, “y de la vida misma”, que es la Lucha Libre.

Jorge es un tipo normal. Educado, agradable, carismático, y al que todos en Córdoba conocen por el gimnasio donde trabaja. Sin embargo, cada domingo experimenta algo diferente. Su piel llena de tatuajes que hablan del mar y de sus misterios inicia una lenta “metamorfosis” que le transporta a un viaje por su álter ego más violento y desenfrenado.

El “ritual” empieza en el vestuario. Allí, lava su cara despacio, sintiendo el aplastante peso de la presión producida por los gritos de quienes abarrotan la arena. Levanta la cara poco a poco y mira al espejo con desprecio. “Ahí estás”, le dice. Entonces, sonríe de medio lado. Por fin, lo encuentra. Desafiante como ninguno: Marinero Acosta Junior. El provocador que todos llevamos dentro, y que hace que aquéllos que sueñan con formar parte de esta espectacular batalla entre el Bien y el Mal den un salto de entusiasmo en el sillón y griten con el puño en alto: “¡Mamá, quiero ser rudo!”.











“La gente le va a los rudos”

Dicen los que saben de este deporte, que la Lucha Libre es como una novela. Si no hay villano, no tiene “chiste” la historia. Quizá por este motivo, tal y como apunta Francisco Córdoba, instructor y luchador profesional desde hace 15 años, los técnicos estén perdiendo terreno y, sobre todo, el favor de los más jóvenes.

Como muestra, un botón. Antonio Jesús Rodríguez Molina cuenta con 12 años y una fluidez a la hora de expresar sus ideas poco habitual para un chico de su edad. No le llama la atención ni el fútbol, ni ningún otro deporte. Apenas lleva dos meses entrenando en el Coliseo Cordobés, pero la pasión -afirma con gracia- le viene de muy “chiquito”. Su estatura no sobresale de la de sus compañeros en la lona. Más bien podría decirse que, por el momento, es bajito y delgado. Pero poco le importa: él también es un rudo. “Me gustan por su forma de ser y sobre todo por cómo se expresan en la Lucha Libre”, comenta, añadiendo con una sonrisilla de pícaro que, a su juicio, ellos “son los mejores”.
Cierto o no, lo que parece seguro es que el perfil del luchador todo vale en la arena está revalorizando su popularidad a pasos agigantados. “Ahora comenzamos a tener cierta aceptación. A la gente le van más los rudos; la balanza está mucho más equilibrada que hace unos años”, explica Jorge “Marinero Acosta Jr.”, quien añade al respecto que “antes, los técnicos podían hacer cualquier cosa porque la gente siempre les iba a aplaudir”.

“Esto es un deporte, no un circo”
Pero que nadie pierda la perspectiva. La adrenalina a veces ciega a quienes, desde el calor de las gradas, piden al luchador que mate literalmente a su oponente en la lona.
“No hay que olvidar que esto es un deporte espectáculo. No un circo”, recuerda Francisco Córdoba, que en este sentido hace hincapié en que ésta es la principal idea que trata de inculcar a los alumnos. “La lucha libre enseña disciplina y educación. Por ello, lo que tratamos es alejar a la juventud del vicio y de la droga. Eso es lo más importante para nosotros”, reitera al respecto.

Y ellos, ¿lo entienden así? Jorge Emiliano y Jorge Maximiliano a buen seguro no superan la docena de años. Llevan dos meses entrenando junto al instructor Córdoba. Ambos usan lentes y ambos comparten la pasión por ídolos como El Zorro, Cibernético, Místico, El Último Guerrero, o Triple H.
“Sabemos que la lucha libre es un deporte agresivo”, aseguran al unísono. “Además -explica Jorge Emiliano con cara de susto-, puede haber lesiones, fracturas... e incluso la muerte. Por eso hay que entrenar muy bien para ofrecer un buen espectáculo”.

La lección del profesor Córdoba a ras de lona surte efecto en sus pequeños aspirantes. De ahí que, a cada pregunta realizada, todos repitan aquello de que un buen entrenamiento y una férrea disciplina son las claves para mantener la pureza de un evento cada vez más influenciado por la parafernalia estadounidense.
“A los jóvenes primero hay que enseñarlos a gatear. Yo no voy a poner a un niño a subirse a las cuerdas... eso hay que llevarlo despacio. Nadie puede ser luchador en tan solo tres meses”, advierte el entrenador.

Por ello, Marinero Acosta también aconseja “paciencia” a quienes acaban de empezar, y que den tiempo al tiempo. “Ellos lo quieren todo muy rápido. Pero nada es fácil y regalado. Todo tiene un costo”, asegura. Sin embargo, si hay algo que sobra a la juventud es ilusión. Esa que hace tan “especial” y “bonito” este deporte y que provoca los típicos nervios en el estómago antes de subir al cuadrilatero. Ya que, como afirma el propio Marinero, “el día que no los sientas, la Lucha Libre habrá muerto para ti”.

4 comentarios:

Misho Misho dijo...

Felicidades Manu!!
Esta padrisimo tu artículo sobre la lucha en México, me gusto mucho, es muy interesante tu punto de vista sobre México, leer tus artículos es como verlo desde otro ángulo.

Alfonso Piñeiro dijo...

Ya, pero... ¿No era que era mentira todo esto de la lucha libre? Al menos, lo de la WWE es descaradamente falso. Aquí lo dejas intuir pero no llegas a aseverarlo.

Ojo, que sea mentira no quiere decir que sus practicantes no sean deportistas de la punta del flequillo a la punta del dedo meñique del pie.

En todo caso, un nuevo artículo para quitarse el sombrero. (Ojo, infringir sí, inflingir no: infringir la ley, o infligir (sin "n"), un daño. Estoy seguro de que fue un lapsus).

Un fuerte abrazo.

Manu Ureste dijo...

Puesss... los tipos a los que entrevisté me juran que es verdad. Y cuando fui a verlos entrenar, la verdad es que parecía bastante real. Aunque eso sí, lo de la WWE es otra historia. Ya sabes, hormonas y mercadotecnia... La lucha libre en México cuanto menos parece más 'pura' y cercana al pueblo.

Y por cierto, gracias por el 'lapsus'. Ya está corregido!
Un abrazo desde Córdoba, Ver. Méx.

marisss dijo...

¡Lucharán de dos a tres caídas sin límite de tiempooo!.. en esta esquinaaaa "el español" =X en esta otraa, un nuevo mundo y costumbres diferentes XD... en que terminará? ...

Holala lala manu ps aquí pasando a dejar mi post (insisto cambio de fondo, cambio de fondo XD)
Interesante artículo felicidades!!