Oye tú, pues que sí ¿eh?. Que me quedé ‘encantao’ wey. Que la Ciudad de México, el Distrito Federal, ‘el DF’, ‘chilangolandia’, o la capital de los Estados Unidos Mexicanos, como más te chinge llamarla, me dejó 'fascinao', 'alucinao', ‘flipao’ tío... Así como te lo digo cabrón, con la boquica abierta, ‘aaaa(h)-bierrrr-ta’.
Vamos, que la capital más grande de toda Iberoamérica, y segunda metrópoli del mundo -sólo después de Tokyo, Japón-, no defraudó.
Ello, a pesar de los ‘mitos’ –que no digo que algunos sean relativamente reales– de la delincuencia extrema; los robos a punta de pistola a plena luz del día; los ‘manoseos’ de nalga intencionados aprovechando la súperpoblación de los vagones del Metro, deficitarios en espacio y comodidad; la contaminación y la polución generada por los millones de ‘carros’ recorriendo las mil y una avenidas de la ciudad; y la atmósfera gris, a pesar de ese inmenso sol azteca luciendo en todo lo alto de la ciudad, irritándote garganta, ojos y labios, y haciendo brotar la sangre en narices poco acostumbradas a la altura y a semejante desmadre medioambiental.
Pero como te decía wey, me quedé encantado. Y es que Ciudad de México –ya sabes, el DF, Chilangolandia... etc.–, tiene, como dicen de Heliópolis (Ciudad del Sol, Sevilla en cristiano), un color especial, formado a base de contrastes culturales tan radicales como la civilización Náhuatl y la posterior llegada de los españolitos (o gachupines, como nos llaman, algunos con gracia, otros en plan mala onda) y sus enormes y bellas catedrales de estilo gótico romano.
Y es que México City, –como la nombra aquí mi cuate Denzel Washington en la película ‘Man on Fire’– a pesar del paso de los siglos sigue manteniendo en sus calles la esencia de una urbe que representa a la perfección lo que fue y sigue siendo el Viejo y el Nuevo Mundo.
Una esencia que huele a rancheras del gran Vicente ‘Chente’ Fernández en añejas cantinas como ‘El Nivel’, donde se va a ‘chupar’ caballitos de tequila tranquilo y a morir de amor si es necesario; y a tacos de arrachera al pastor acompañados de chile habanero y de la omnipresente chela bien fría por excelencia. Y unas avenidas, como la del Paseo de la Reforma, con ese Ángel de la Independencia, dorado y hermoso, anclado en el cruce de la calle Florencia presidiendo la capital azteca con una corona de laurel en honor a los héroes de la Nación, bellas, interminables, impresionantes para la vista, pobladas por gigantes del turismo hotelero y la economía mundial a cada lado, y, cómo no, llenas de automóviles en una y otra dirección, y agentes de tránsito pitando y haciendo continuos aspavientos para intentar poner algo de orden en tremenda jungla de vehículos y taxis-vochito de color verde y blanco por todas partes.
Pero wey, Ciudad de México es también una capital de cultura y belleza arquitectónica. Con hermosísimos cafés estilo París de los setenta, como el Village Café en la Colonia ‘La Condesa’, un barrio que, por cierto ahora que lo dices, mezcla construcciones originales propias del estilo Art Decó y edificios de diseño moderno e innovador de la arquitectura mexicana actual, y donde puedes encontrar desde boutiques ‘caritsimas’ para divinas Armani, hasta sex shops llenos de penes y vaginas de látex (y más), tiendas de abarrotes, marisquerías (y sus tostadas de jaiba, camarón, y pulpo acompañadas de mil salsas picantes y guacamole), puestitos de baratijas ‘hip’ y calendarios aztecas, y mil y una librerías-café-disco-arte-Foro-Video –como la cafebrería ‘El Péndulo’, en la calle Nuevo León–, donde los trovadores exponen su arte en forma de música o poesía (o ambas dos) a cualquier hora del día, porque esta ‘inmensisíma ciudad’ (y no es tópico) nunca duerme.
Interesante, ¿verdad primo? Bueno y eso que aún no te he platicado que el centro histórico, donde se encuentra la Plaza Mayor, también conocida como el Zócalo, es el lugar donde se evoca el misticismo de aquel antiguo México-Tenochtitlan, y que hoy reúne los símbolos nacionales del poder, presididos por una majestuosa bandera que recuerda a la española ondeando en la Plaza de Colón. Ah, y tampoco te he dicho que, en medio de la histeria propia de una megalópolis, se encuentra –otro contraste– el bosque de Chapultepec, rodeado del parque urbano más grande de toda América.
En fin mi chavo. Que como te decía, que me ha ‘encantao’, tío. Que, a pesar de todos los mitos -los reales y no reales-, Ciudad de México tiene un algo especial, que la convierte, además de en la capital más grande de Iberoamérica, en una de las que mayor atractivo tiene, debido a esa impresionante mezcla de culturas que perdura hasta nuestros días, a la belleza arquitectónica de sus avenidas y monumentos, y, sobre todo, a ese sabor a chile que sólo tiene México y sus gentes.
4 comentarios:
¡Manya! México lindo, ¿verdad? Por aquí te esperamos, y que el camino se haga más y más grande... un abrazo.
Estimado amigo Manuel Ureste:
Veo maravilloso que te vayas a hacer las américas. Te honra, de hecho, como periodista y hasta como persona (si es que los plumillas podemos considerarnos homo sapiens). El motivo de mi comentario es que, pese a lo mucho que te quiero, no te entiendo, macho. Cuando estabas en Albacete fusilabas al amigo Pérez Reverte al estilo Machado. Ya sabes, paseillo y pelotón.
Ahora, que tanto gustas de codearte con la flor y nata mexicana (quién lo pillara, ladrón), me incluyes unas expresiones (y/o coloquialismos) que nos dejan 'descolocaos' en la llanura manchega, como bien diría el amigo Piñeiro.
Felicitarte, nuevamente, por el merecido éxito que tienes. Pero, por favor, redacta de vez en cuando en albaceteño nativo. Que nos gusta y nos agrada.
Post Scriptum: Todavía estoy esperando tu mail, cabronazo, que desde que hablamos el día 24 de diciembre, ya te vale.
Saludos cordiales del tío que más caña te ha dado en el gimnasio. Besotes y... visita mi blog: naifazabache.blogspot.com
Agárrenlo... no pagó el smog que respiró y lleva mucha ceniza del Popo en sus alpargatas... además ha consumido cafeína que no le corresponde por situación geográfica... uuuuuy manito... si te faltó mucho del Defectuoso... tenías que ver el balazo de Villa... y conocer el dolor de las rodillas en la Basílica... llévelo llévelo son de a peeeeeso los recuerdos del Realmadrid originales Made in China... y lo que te falta por conocer... qué Lóndreses ni qué Berlines... la vida se vive en México...
odo, Manu, no lo había leído hasta hoy, qué calidad, wey, se lo remites a un EPS de finde y te lo publican como punto de vista original de una visita a México DF. Y aun quedan apalabrados otros tres reportajes, que te lo digo yo.
Fenomenal.
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